lunes, 13 de junio de 2011

Viaje por la penumbra ilusoria




 

El 26 de Febrero del 2011 el Taller Literario Alajuelense recibió al escritor y catedrático don Gerardo César Hurtado, con su conferencia
La novela en progreso. Creemos importante rescatar el texto "Viaje
por la penumbra ilusoria" escrito por Bernabé Berrocal con motivo de la presentación del Libro Reino de la oscura gente del Señor Hurtado. Este texto fue
publicado originalmente en el suplemento cultural Ancora del
Periódico La Nación el 25 de enero del año 2004
http://wvw.nacion.com/ancora/2004/enero/25/ancora11.html



Un viaje por la penumbra ilusoria. Luego de haber leído Reino de la oscura gente, libro de cuentos de Gerardo César Hurtado, creo oportuno concebir así ese transitar a lo largo de los veintinueve relatos que lo conforman.
Comienza de manera ascendente como un agujero de gusano que tuviera origen en una remota playa oscura, abriéndose paso, primero, entre las nubes de zancudos, constelaciones y las criaturas inverosímiles, moradores habituales de aquel mar encantador, para luego emprender un recorrido a través de los confines memoriales en donde yacen los secretos de personajes cuyas historias -pese a su condición de gente común- sólo como enigmas serán creíbles, y confesables. Son narraciones que desnudan, sí, el lado oscuro de la gente.

El ascenso

Esto es significativo ya desde el primer cuento, una especie de conjuro, En el mar la vida es más sabrosa dice el título del mismo, recordándonos ese lugar en que gustosamente accedemos mostrar parte de nuestras carnes, este hace al lector caer en cuenta de hallarse en el umbral de un mundo -o reino- en que solo tendrá validez el gobierno de los sentidos, desbocados frente a una conciencia que tarde o temprano cederá al lenguaje alucinógeno y cuyos efectos difícilmente se desvanecerán con la última página.
El lector sentirá un desprendimiento de lo que hasta ahora concebía como cuento. Esto por cuanto las narraciones iniciales del libro sugieren un estilo particular, ya que los personajes no están subyugados por una trama con el simple objeto de evidenciar una lección de vida, sino más bien, las pequeñas ambientaciones en que se desarrollan las situaciones de los mismos, son verdaderos microcosmos sin mayor relevancia más que para ellos.
El lenguaje, poseedor de una esencia poética avasalladora -rasgo común de la obra de Hurtado-, alcanza por momentos un estado similar a la psicodelia, evidenciando esa posesión de la que es objeto el cuentista, siempre que haya logrado separarse de la mera cocina literaria: "Las hojas del eucalipto se mueven bailando el tango que no escuchamos por conversar cosas de este mundo, y la importancia de los perfiles de los que se fueron una mañana sin despedida y frío en las entrañas, como si asumiéramos el licor que baja hasta el tuétano de una fina borrachera interminable" (p. 14).
La fuerza verbal se encuentra en equilibrio con la soltura o espontaneidad bajo la cual se desarrollan las tramas y las imágenes, poniendo de manifiesto la economía de medios que suele caracterizar al cuento o relato corto bien logrado: "Ella lo miraba con un aire propio de adolescente y talco menem para niños" (p. 20). Esto logra no desviar la atención del lector y que se sienta más afín al mundo de los personajes, casi como si los tuviese en la propia mano, extraídos a bordo de un trozo de su cotidianeidad, en su hábitat natural.
La anterior idea se fortalece a partir de la segunda mitad del libro, los cuentos comienzan a poblarse de atmósferas y situaciones que el lector admitirá como parte de su rutina diaria, de su realidad inmediata, paradójicamente puesta en tela de duda, desmentida por los propios eventos alucinantes que alimenta, como un árbol estático que viera desprendidas sus raíces por causa de sus mismos voraces -frutos- ilusorios.

Desnudo en el mar

Habiendo sido desnudado en el mar, el lector termina por admitir como veraz este viaje alucinante, esa travesía gracias a una literatura que absorbe, como un agujero de gusano, para utilizar de nuevo aquel término astronómico; sin embargo, al culminar, se descubre en el mismo sitio, no es más que una ilusión creada por el autor, aun yace ahí, descalzo y con los pies mojados sobre aquella playa penumbrosa, o es más, quizá solo se dispone a levantarse del sofá de su sala o del asiento de un autobús cualquiera luego de haber pasado ya la última página del libro; no fue necesario haber ido lejos pues, de todos modos el miedo, la locura, la muerte o el erotismo, son parte de sí, siendo al fin y al cabo, tan sólo un habitante más, del reino de la oscura gente.





 
Don Gerardo Hurtado en el taller literario alajuelense


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